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14 noviembre 2010

"Yo Aborté"

En $hile se practican alrededor de 160 mil abortos por año, siendo esta una practica tan masiva que es dificil NO conocer a alguien que alguna vez interrumpió un embarazo. Para la sociedad $hilena esas mujeres son delicuentes, y debieron pagar con cárcel igual que las mujeres que están aquí y dan la cara. La mayoría son feministas y los medios nos han acostumbrado a decir que son criminales... aquí sus razones.

Verónica Quense, 46 años, artista:
"Todas mis amigas se han hecho abortos: TODAS, TODAS, TODAS"
Hace más de veinte años que no voy al ginecólogo. La última vez fui sólo porque acompañé a mi hija y el médico le dio anticonceptivos y le dijo que inhibían la ovulación, entonces, yo le pregunté "¿por lo tanto, inhibe la libido?". "Sí, respondió, pero lo importante es que las niñitas no queden embarazadas". O sea, que mientras voy tomando pastillas se va produciendo la frigidez ¿y eso es poquita cosa?, ¿mi sexualidad no importa? Peor aún: se trata de puras violaciones. Porque si una mujer no está caliente y tira ¿qué es? A veces pienso que deberían hacer una pastilla que maté los espermios y que impida el embarazo a costa del orgasmo masculino. Pero no. Somos nosotras las que tenemos que introducirnos mierdas químicas que nos desequilibran mientras los demás opinan "anda nerviosa la niña, con un poquito de espinillas" como si eso fuese secundario y nuestro cuerpo fuera una bolsa para tener guaguas. Yo no creo en los roles. Hay mujeres que quieren tener hijos y otras que no. El espíritu es libre. Sin embargo, vamos poniendo restricciones. Sobre todo la Iglesia Católica que siempre quiere imponerle su moral al resto del planeta. Idolatran a la Virgen porque es virgen y las mujeres son accesorios que sólo sirven para procrear. Impóngale ese concepto a sus minas. Esas que tienen diez hijos y están con el cuero como si tuvieran veinte años: con las tetas arriba, la cara estirada, y la enfermera al lado cuidándole la guagua más dos empleadas que juegan con los demás niños. Así es bien fácil porque además no tienen vida, ¿qué vida van a tener con tanta guaguita? Qué se van a cuestionar si ellas creen que estás loca porque hablas de poesía, de libertad. Es que viven tan encerradas que ven un obrero y creen que es ladrón. Qué les vai a estar hablando de derechos si ni siquiera piensan por sí mismas y agachan la cabeza a la opinión el marido. Váyanse a su ghetto y no se hagan abortos, no se divorcien, no fumen marihuana. Cumplan sus leyes encerraditos en sus barrios, en sus huevás que tienen allá en La Dehesa, pero no vengan a imponernos. ¿Acaso creen que el pueblo es idiota que se sienten con el derecho a prohibirnos? Además son ilusos porque piensan que prohibiendo el aborto van a haber menos abortos. Yo me hice abortos antes de los veinte y antes de los treinta, y todas mis amigas se han hecho abortos: TODAS, TODAS, TODAS. El 100% de ellas y hay algunas que se los hacen y están llorando cuatro años, y otras que no. Si es cuestión de ver las estadísticas y una de las principales causales de muerte en Chile es el aborto clandestino. Pero claro, con su ceguera ellos se hacen cómplices de la muerte de miles de mujeres y no les importa. ¿Te has fijado que en los cuentos de niños siempre muere la madre? En Bambi, en Blanca Nieves, en Piecito muere la madre, pero el cuento sigue y bendecida sea la mujer muerta porque parió a su hijo y cumplió con lo que tenía que cumplir.


Eliana Salinas, terapeuta, 42 años:
El doctor me decía "ahora venis a juntar las piernas".    

Cuando me casé tenía la cabeza llena de pájaros y dieciocho años. Estaba tan enamorada que creía que el matrimonio era para siempre. Mis papás estuvieron casados por treinta años y antes de morir, mi papá le tomó la mano a mi mamá para decirle que la amaba. Yo no tuve tanta suerte y cuando me separé la gente me decía ¿Por qué si tu marido es tan bueno? Era la pura cáscara: le gustaba carretear y me engañaba. Tuvimos dos hijas y yo me quedé con ellas viviendo en una villa de Conchalí. Cocía ropa y sacaba diez lucas para el mes. Apenas comprábamos el pan. Mi marido no me daba pensión y más encima quería que me fuera de la casa porque era de él. Lo pasé pésimo, pero entre medio conocí a un cabro más chico y me enamoré. Como me veo más joven, enganchamos y quedé embarazada. Me había sacado la "t" y estaba con pastillas, pero como no tenía plata, no tenía pastillas. La noticia me angustió y cuando le conté a este cabro se aterró. Es que era muy joven y no sabía como enfrentar la situación. Me quedé sola. No sabía qué hacer. Porque ¿qué hacis cuando estai sola con dos hijas, ganando 10 lucas, con una casa que mantener?, ¿qué hacís con una guagua que requiere pañales, leche, remedios, cuidados cuando tenis que trabajar? Entonces, se me acercaron unas viejas que conocí en el almacén y me hablaron del aborto. Ellas habían abortado en sus épocas. Se habían metido palillos, ramas de perejil y habían tomado un brebaje de cerveza hervida con aspirinas. Yo les dije que esos métodos me parecían terribles y ahí me hablaron del misopostrol, que era un medicamento caro que una de ellas podía conseguir.

Recuerdo que lo tomé y al día siguiente expulsé algo. Tenía un olor fuerte como a pescado y me salía un líquido verdoso. Llegué al hospital con fiebre y convulsiones. Me pasaron a una sala donde había tres médicos. Uno de ellos era rubio, alto, grueso, blanco, de ojos azules. No recuerdo su nombre, pero su cara no se me olvida porque se puso a gritar: "esta yegua debe haber abortado". Fue terrible porque hablaba de mí como si no estuviera escuchándolo y me decía "¿te pusiste un alambre, yegua? Te vamos a meter presa". Yo estaba tirada en la camilla y apenas me salía la voz. Me sentía basureada y sólo pensaba en mis dos cabras chicas. Le negué lo del aborto para que me dejara tranquila, pero no sirvió porque me hicieron un raspaje y como tenía convulsiones y temblaba, las piernas se me juntaban y él me las abría, bruscamente, y me decía: "ahora venís a juntar las piernas". Me acuerdo ahora y me da rabia, porque yo debería haberle dicho que lo iba a demandar, que no podía tratarme así, pero estaba tan asustada.
Por suerte, había otro doctor, uno morenito, más del pueblo, que le dijo que me dejara en paz y me preguntó como me sentía y después dijo que me iba a recomendar una psicóloga porque él entendía que lo que había pasado era fuerte para mí. Al llegar a mi casa me vino una pena condenada. Me sentía culpable por el bebé porque la sociedad te culpa. A veces me preguntó si habría sido niño o niña. No me torturó con eso, pero me lo preguntó. Eso sí, no siento dolor porque sé que abortar fue una decisión sabia en ese momento. Ahora estoy embarazada de cinco meses y este bebé tampoco estaba contemplado, pero cuando me hicieron la ecografía y vi a la guagua, grande, moviéndose, me dio una ternura que dije "se queda". Es que ahora mi situación es distinta: tengo un trabajo, una estabilidad emocional, soy una mujer plantada en mis pies, con una lucha política, con una pareja maravillosa. Siento que mi vientre está cálido y estoy feliz que mi bebé venga porque va a ser un amador de la vida como yo. Porque para mí no fue fácil pensar que venía un hijo y yo lo mataba. Lloré mucho, pero la verdad es que con ese hijo, posiblemente, no habría alcanzado este momento. Habría trabajado en una empresa de costura catorce horas al día, sacándome la cresta para ganar una porquería, sin estudios, sin una lucha. Yo no habría sido feliz y eso es muy importante porque hay demasiado guacho en este país, demasiados niños que nadie quiere, que viven en orfanatos o que están con sus padres, pero que pasan en la calle expuestos a la pasta base, a la pedofilia, a ser abusados por quien tenga un auto y se los meta arriba, y eso yo no lo quería para mi hijo. Eso sí que no puedo.

Adriana Gómez, periodista, 64 años:
"Antes el aborto era un método anticonceptivo"


Tengo tres hijos y he abortado varias veces. Por mi edad no es una cosa rara. Mi madre y mi abuela murieron hace muchos años, pero estoy segura que si les preguntara seríamos muchas más las que alguna vez abortamos. Es que antes el aborto era un método anticonceptivo, pero en mi juventud más bien había ignorancia. Faltaba asumir que tenías que cuidarte y pedirle a tu compañero que se cuidara. A mi me pilló la píldora entre medio de la revolución de las flores, de este hagamos el amor, pero con desinformación. Tal vez yo debería haber tenido más
cachativa, pero me embaracé y no me interesaba tener hijos. Así de simple. No era mi proyecto y me costó mucho conseguir información sobre donde abortar. Es que antes no existía esta criminalización tan fuerte. Tampoco recuerdo a nadie diciendo "que brutalidad", o "me voy a cortar las venas por la culpa". Era algo aceptado por debajo, y creo que tal vez muchas mujeres quedaron con culpa, pero no fue mi caso porque yo soy una laica pura. No tengo el peso de la Iglesia Católica así que la culpa no me marcó, pero tampoco estoy contenta de haber abortado. Ojala no hubiera tenido que hacerlo, nadie quiere hacerlo, pero en ese momento me resolvió un problema y son procesos que uno vive muy sola porque todo es clandestino. Vas a un lugar escondido, al cual llegas por una serie de indicaciones siniestras, donde hay una puerta cerrada, sin número y donde el tipo que te hace pasar no te habla, está en silencio y no te ponen anestesia, entonces, sientes una sensación de indignidad tan grande y te preguntas ¿porqué mierda tengo que estar en este proceso, en esta soledad? Recuerdo a una joven peruana que me contó que el médico la violó y después le hizo el procedimiento, y ella estaba ahí, sola, pensando que hacer… Eso es de una brutalidad, de una indignidad, de una transgresión de derechos, que en otros países como en Puerto Rico no ocurre. Hace años visité allá con una amiga, una clínica de aborto y la consulta era normal, abierta, pública, tenía un cartel y mi amiga me contaba que las mujeres que abortaban podían llevar a alguien para que les tomara la mano. Después los médicos les hacían un seguimiento post aborto para que no tuvieran complicaciones. Ahí tú ves el reconocimiento del problema social y humano, donde la solución es buscar cómo te apoyo y cómo evito que reincidas en esto. Como si fuera otra prestación de salud porque el aborto clandestino tiene un riesgo muy alto de enfermedades y de muertes sobre todo en las mujeres pobres y adolescentes, que a menudo llegan a abortar cuando el embarazo está avanzado y es más riesgoso. Antes, les da miedo, vergüenza, y no tienen dinero. Las adolescentes de ahora corren un gran riesgo. Me ha tocado conocer muchos casos. Ya está bueno que se entienda que el aborto es un problema de salud, de derechos humanos, de justicia.


Victoria Aldunate, 42 años, terapeuta y comunicadora:
“Le dije a mi mamá "no soy una asesina""                               

Aborté a los 25 años. Estaba estudiando en la Unión Soviética y quedé embarazada. Me falló el método y conversé con mi pareja, pero se asustó: no quería tener hijos. Y yo, la verdad, ni siquiera me lo había preguntado. Es que estaba descubriendo el mundo, viviendo en una revolución fallida, militando en un partido de izquierda y durmiendo en un conventillo soviético donde la pobreza era digna porque compartías el baño, pero tenías dinero para comprarte libros. Mis amigos eran hippies, punkies, disidentes de izquierda, exiliados chilenos y también tenía una amiga afgana que me habló por primera vez de posturas feministas. Con ellos me juntaba cada noche a arreglar el mundo. Lo pensé bastante antes de abortar. Allá era legal y en el hospital te decían ¿usted va a dejarlo, o abortarlo? Recuerdo que habían unas estudiantes coreanas de medicina que al escuchar mi decisión se espantaron y soltaron un ¡oh, oh! a coro. Me sentí muy juzgada. Además tenía miedo de morir. Honestamente, no estaba preocupada por el huevo. Me preocupaba mi vida, mi cuerpo. El día del aborto me recibieron unos enfermeros que me miraban con cara de "ah, llegó la putita chilena". Esa fue la sensación que tuve porque se pusieron a cuchichear delante de mí. Yo entendía ruso así que los escuché decir "está rica la mina" y va a abortar eso quiere decir que es "puta" se puede con ella. Por suerte, apareció una enfermera que los mandó lejos. En la sala de espera había otras mujeres que venían abortar. Una de ellas me dijo "que bueno que estás porque cuando hay extranjeras nos ponen anestesia". Desperté llorando. Me sentía perdida sobre todo porque mi aborto fue comidillo en el partido donde militaba. Si hasta un dirigente fue a mi pieza a pedirme explicaciones de porqué había abortado. Lo mandé a la mierda. Ya tenía suficiente con romper con una pareja para que este tipo viniera a llevarme a control de cuadros. Además, yo sabía con quien me acostaba y porque abortaba. Lo peor es que nada de eso me daba lo mismo. Ese es un cuento que uno se repite para sentirse mejor. Si más encima mi papá me dijo años después "para que abortaste, tenías la guagua y tú mamá la
criaba". Nunca entendí porque me dijo eso. La adopción no era una alternativa. Verdad que está lleno de gente que quiere adoptar guaguas pobres, mapuches o morenitas. Como voy a dar en adopción a una guagua sabiendo que tuve la irresponsabilidad de darle la vida y que ahora puede estar siendo maltratada. Ni siquiera sería capaz de abandonar a un perro. Yo sé que hay gente que piensa "si le quitaste la vida", pero creo que nosotras tenemos derecho a definir cuando ejercemos la maternidad. En los talleres que hago conversamos con las mujeres sobre porqué parimos. Y hay un gran porcentaje que no parió porque quiso. La mayoría parió porque todo el mundo se embaraza, porque no pudo abortar, porque así él se iba a quedar con ella, o porque tenía la fantasía de ser como esas mamás jóvenes que salen en los avisos de Omo. Pero tengo amigas que no quieren parir porque su vida tiene que ver con otra cosa. Por eso, no me tragó el discurso de la vida. A todo el mundo le da pena un gatito abandonado, una guagua, un pobre
viejito, pero a cuanta gente le da pena la vida de las mujeres ¿cuantos dicen pobre mujer que tiene que andar con la guagua? Una vez me topé con una mujer que le pegaba a su hijo. Yo le dije que no lo hiciera y se puso a llorar. Conversamos, entonces, me dijo angustiada "todos los días me levantó a las seis de la mañana, y traigo al niño al jardín, y él no quiere quedarse, me hace escándalo y llegó atrasada a la pega, y el papá es un huevón de mierda que no hace nada". Pero nadie se pregunta por la calidad de vida que tiene ella. Todos tienen el dedo juzgador para decir "cómo le pega al niño". Antes mi mamá decía que las mujeres que abortaban eran asesinas, pero a mi regreso yo le dije: "mamá, yo no soy una asesina". Ahora, no sé si está a favor del aborto, jamás lo hemos conversado, pero una cosa está clara: ya no juzga.

Teresa Donoso, 54 años, pobladora:
"Mi marido me dejo la decisión siendo que la cachita la echamos los dos"

Llegué con hemorragia al hospital. Había tomado miles de mugres: yerbas, pastillas, incluso me puse inyecciones. Si hasta hice fuerza con la guata. El doctor y las enfermeras se dieron cuenta al tiro que había abortado y me hicieron un raspaje a sangre fría "pa' que no te acostumbris, asesina" decían. Como el dolor era tan fuerte, yo gritaba y pedía anestesia, pero ellos me callaban diciéndome "no te gustó matar a tu hijo". ¿Qué hijo? ¡Si era un embrión! Es que ellos no piensan lo que podís sentir. Para ellos erís un animal que está obligado a reproducirse sin pensar. Están equivocados. A las mujeres no nos gusta abortar, pero cuando no tenís las condiciones: ¿para que vai a traer otro hijo más?, ¿para que tengai culpas con él? Cuantas veces uno ha escuchado a las mamás decir "por culpa de este cabro huevón tuve que casarme, por culpa de él no pude estudiar" Y yo como no quería eso dije no. Además mi marido estaba sin pega y me dejo la decisión a mí siendo que la cachita la habíamos echado los dos. Es que los hombres siempre te dejan sola y no hacen causa común. Por eso, hay que enseñarles a las mujeres pobres que usen el condón aunque el hombre les diga que es como hacerlo con guante. Mentira, si al final son ellas las que están más vulnerables a tener aborto. No es por discriminar, pero las mujeres con recursos entran a una clínica por apendicitis, abortan, y salen caminando regias. En cambio, las mujeres pobres tenimos que ir a los servicios públicos donde nos maltratan, hacernos las valientes y dejar que nos hagan lo que quieran porque en la casa hay más cabros chicos esperando. Yo aborté dos veces y desde entonces le tengo pánico al ginecólogo. Me da terror subirme a la camilla y abrirme de patas. A veces pienso ¿cuántos abortos se hacen
diarios en una clínica?, ¿cuánto ganan los médicos con el cuerpo de la mujer? Pero claro, a mí el médico me gritaba asesina como si fuera la única en el mundo. Si en la población cuando yo era chica había una vecina que hacía "remedio". Les ponía una sonda a las mujeres. Un largo pedazo de goma que se incrustaba en la vágina por dos días y al caminar la mujer rompía la bolsa y venía la hemorragia. Si yo conocí a una señora que tuvo quince hijos y abortó diez con ese método. Seguro que para los católicos ella está ex comulgada igual que yo, pero a mi no me importa porque no soy católica y no tengo culpas porque yo tomé una decisión pensando que mando mi cuerpo y nadie, ni los gobiernos, ni los estados, ni los maridos, pueden exigirme que tenga un hijo que no puedo tener porque eso va en contra de mi como persona y humana.
Por eso, si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría de nuevo y si caigo presa, mala suerte, porque creo que llegó el momento que las mujeres nos atrevamos a decir "eh, yo aborté, yo lo hice y sácame una foto" igual como los Provida se fotografían. Si hace poco tiempo hicieron un recital en contra del aborto y fue Sol y Lluvia ¡¿de que me estai hablando?! No sé, yo creo que estamos retrocediendo. Si ahora quieren quitarle la pastilla del día después a las mujeres jóvenes y también la "t" de cobre, simplemente, porque a la gente de derecha se le ocurre. Ahí es cuando yo me preguntó ¿Dónde está la gente de izquierda progresista? ¿Dónde está la gente por la que voté y dijo que iba a estar a favor de nosotras las mujeres? Yo creo que hay que salir a las calles, protestar, correr a La Moneda y gritarle a la Presidenta, "oiga, ¿qué le pasa? ¡Reaccioné! ¿O es que acaso como está rodeada de tanto huevonaje se puso tonta?".

Fuente: THE CLINIC, jueves 27 de marzo de 2008, AÑO 9, Nº 235

* Gentileza de THE CLINIC y la periodista Verónica Torres Salazar (este artículo y testimonios están sólo en kioscos –no en internet- el que podamos tenerlos en nuestro blog es gracias al medio de comunicación THE CLINIC y su periodista Verónica Torres Salazar).

13 noviembre 2010

TODA LA INFO SOBRE MISOPROSTOL, EN ESTE MANUAL.

Este manual nos ha llegado desde Argentina y anda circulando por diversas redes, está completo y nos entrega toda la información respecto al uso de la Misoprostol. Lo puedes  descargar desde aquí en Pdf.  http://www.editorialelcolectivo.org/ed/images/banners/libro%20completo.pdf

TODO LO QUE QUERÉS SABER SOBRE CÓMO HACERSE UN ABORTO CON PASTILLAS
AHORA PODÉS LEER, COMPARTIR Y CRITICAR LA INFORMACIÓN SOBRE ABORTO SEGURO DE LA LÍNEA: «ABORTO, MÁS INFORMACIÓN, MENOS RIESGOS»
Con esta publicación, de descarga gratuita por internet, la Editorial El Colectivo junto a Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto ponemos a disposición de lxs lectorxs un material indispensable que busca hacer efectivo el derecho de todas las mujeres a estar informadas. Este libro condensa el orgullo de la auto-organización política lesbiana, feminista, popular, negra, mestiza, visible y pública que es la línea «Aborto: más información, menos riesgos». Activistas, militantes, familias, amigas, compañerxs, equipos de salud, movimientos sociales, alrededor del objetivo de compartir información, experiencia, conocimiento, sobre una práctica de las mujeres de todas las épocas: abortar.
El aborto como práctica contracultural se mantiene criminalizado para garantizar su invisibilidad política apuntalando así la fantasía de aborto cero. La autodeterminación de las mujeres populares inventó hace tres décadas una tecnología revolucionaria: el misoprostol como método eficaz y seguro para abortar fuera del hospital. Hoy, hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que el uso libre de misoprostol baja los abortos inseguros en los países donde abortar es ilegal, y apoya la difusión de información.
¿Qué es el misoprostol?

El misoprostol es un remedio que las mujeres usan para abortar. Este remedio hace que el útero se mueva (contracciones) y que se expulsen por la vagina los tejidos que se forman con el embarazo: sangre, coágulos y el saco gestacional con el embrión (o feto). Es seguro para que una mujer lo use en la casa hasta la
semana 12 de embarazo. Desde la semana 13 en adelante, ningún aborto es seguro si se hace fuera del hospital. El aborto con misoprostol fue descubierto por las mujeres pobres de América Latina, que lo usan desde hace 30 años. Hoy hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que el uso libre de misoprostol baja los abortos inseguros y la muerte de mujeres, y apoya la difusión de información.
Ya en 1999 IPAS y otras organizaciones publicaron información sobre misoprostol para las mujeres de América Latina (“Donde no hay Doctor para Mujeres: una guía a la salud para mujeres”). Desde entonces se han publicado miles de estudios y guías para su uso sin riesgos. Para respaldar el uso de misoprostol con estudios científicos firmes, en 2003 la OMS publicó la “Guía para un Aborto Sin Riesgos”, y en 2005 incluyó
al misoprostol como medicamento esencial. En 2007 la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología (FLASOG) publicó el libro “Uso de Misoprostol en Ginecología y Obstetricia”.
Hoy en día, la gran mayoría de las mujeres aborta usando remedios (medicamentos), que son más baratos, simples y seguros que las operaciones (cirugías como el raspaje o la aspiración). Según el Consorcio Internacional para el Aborto con Medicamentos (CIAM) más de 26 millones de mujeres en todo el mundo usaron misoprostol para abortar en su casa durante el primer trimestre de embarazo, sin complicaciones.

Alternativas P.A.E.

No te dieron la Pastilla del día después en el consultorio?
No te la puedes comprar en las farmacias?
Te la niegan en tus liceos y Universidades?

Existe un método que puedes hacer como alternativa de la pastilla del día después, tan sólo con pastillas anticonceptivas que utilizas normalmente, y que puedes comprar en farmacias o pedirlas en el consultorio.
Fíjate en las dosis y el periodo de tiempo... este método es seguro, pero debes saber que no puedes utilizarla como un método de anticoncepción diaria ya que puede provocarte daños, además la Pastilla del día después y éste método de Alternativa, no te proteje de las enfermedades como el VIH, Sida, Sifilis y otras ETS.

Fono Aborto. Información Segura.



La Línea telefónica Aborto: Información segura, es una iniciativa creada por agrupaciones feministas que conforman la Red Salud Mujeres Chile y surge como una medida de extrema urgencia ante la situación del aborto en Chile.

La información que se entrega en la línea está basada en documentos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El objetivo es entregar información científica a las mujeres sobre cómo usar un medicamento (misoprostol) que permita interrumpir un embarazo de manera segura y confiable hasta la semana 9.

Puedes recibir información llamando al celular 88918590 (la línea no devuelve llamadas ni contesta mensajes de texto) Las personas que contestan el teléfono han sido capacitadas por profesionales de la salud y no te piden datos personales.

¿CÓMO USAR MISOPROSTOL? ¿Cómo interrumpir un embarazo mediante el uso de misoprostol?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la forma más efectiva y segura de interrumpir un embarazo con misoprostol es el uso sublingual de una dosis total de 12 pastillas de 200 mg misoprostol, divididas en 3 dosis de 4 pastillas cada dosis, de la siguiente forma:

1º.- Primero, se colocan 4 pastillas de misoprostol bajo la lengua (al mismo tiempo las 4). Se espera a que estas se disuelvan, sin morderlas ni tragarlas. Esto puede demorar entre 30 minutos y una hora.
2º.- Luego, se esperan 4 horas y se vuelven a colocar 4 pastillas de misoprostol, de la misma forma que se hizo anteriormente, esperando a que estas se disuelvan. Dentro de 4 horas más, se vuelven a colocar 4 pastillas bajo la lengua, esperando a que estas se disuelvan. Como ya se dijo, son 12 pastillas de misoprostol en total.

¿Qué debería ocurrir en un proceso normal de interrupción del embarazo?

Lo primero que debería ocurrir es que comience un sangrado abundante, tipo menstruación, con el mismo olor y color, un poco más abundante que una menstruación común. Este puede omenzar desde la primera dosis, o demorarse un poco más, pero dura entre 10 horas y 2 días después de comenzado el proceso. Luego de terminado este sangrado, seguirá un sangrado de tipo goteo, que puede durar hasta 3 semanas. Son síntomas frecuentes el dolor tipo cólico menstrual, un poco más fuerte, para el cual se puede tomar cualquier analgésico, pero NUNCA aquellos que se usan típicamente para controlar los dolores menstruales (predual, por ejemplo). Puede también haber náuseas y/o vómitos.

¿Qué síntomas indican que algo anda mal?

Aunque no es frecuente, es posible que ocurran complicaciones durante el proceso. Estas pueden ser:
l Hemorragia: Existe hemorragia cuando se llenan más de dos toallas higiénicas normales en una hora durante dos horas (en total, 4 toallas higiénicas en 2 horas) l Infección: Existe infección cuando se presenta fiebre, sangrado con mal olor y sensación de malestar general y debilidad.

En ambos casos, se debe acudir a un hospital con rapidez.

Todo lo que debemos saber sobre la PASTILLA DE ANTICONCEPCIÓN DE EMERGENCIA.

LA PASTILLA DEL DIA DESPUES (PAE) 
INFORMACIÓN NECESARIA, BUSCALA SIEMPRE Y MANTENTE ALERTA.

 






Posicionamientos Feministas sobre el aborto en $hile.

POSICIONAMIENTOS FEMINISTAS SOBRE EL ABORTO EN CHILE

 Gloria Maira, Josefina Hurtado y Paula Santana

En los últimos años, el feminismo chileno discute cada vez más sobre el aborto. Hay discursos que abogan por aborto libre, seguro y gratuito; otros por su despenalización; por el aborto terapéutico, ya sea la reposición de lo perdido en el año 1989 o por un aborto terapéutico por distintas causales. Al mismo tiempo, persisten sectores más reticentes que temen el “costo político” de involucrarse o siquiera hablar alrededor de una temática como la del aborto.

El contexto en que se colocan las demandas ha cambiado. El debate hoy se instala en el marco de una sociedad en la cual las libertades de las personas han cobrado nuevos matices que ponen en discusión las diversidades sexuales, la libertad reproductiva, la trascendencia para las jóvenes de tener una vida sexual activa y sin consecuencias (como la maternidad), las distintas formas de constituir familia, entre otros aspectos.

El movimiento feminista también ha cambiado. Hoy día escuchamos una diversidad de voces: nuevas generaciones y nuevas identidades se posicionan junto a voces más históricas. Se producen espacios de articulación movimientista, contingentes pero reiterados, en los cuales se manifiesta la
preocupación por superar la fragmentación temática de la subordinación de las mujeres, dando énfasis a la repolitización del pensamiento y la radicalización de la acción política feminista.


En el proceso de elaboración de este artículo, nos interesó preguntarnos sobre la acción en torno al aborto, recogiendo lo acumulado y visibilizando los discursos y estrategias que hemos desarrollado. Esta es una reflexión situada desde nuestra propia experiencia como mujeres y activistas feministas, con la intención de profundizar el debate movimientista para la acción y movilización política. ¿Dónde estamos en la demanda por aborto? ¿Para donde queremos ir?, fueron las preguntas que guiaron la construcción de estas páginas.


Nos dimos a la tarea de recopilar la documentación sobre la acción feminista y la producción de información y conocimiento. Con ello identificamos los posicionamientos y las estrategias que hemos levantado en estos casi veinte años, elaboramos un documento para el debate e invitamos a conversar a feministas en Santiago y Valparaíso .

Esta reflexión se produce en momentos en que el aborto concita la atención de parte importante de las feministas en los países de la región. Existe una movilización constante para preservar lo ganado en las últimas décadas y/o modificar las legislaciones punitivas. Al mismo tiempo, las articulaciones regionales de las feministas y la Campaña 28 de Septiembre Día de la Despenalización del Aborto se han debilitado en su rol de potenciar y proyectar la acción política feminista. En Chile, en el debate público sobre el aborto está mayormente ausente el concepto de libertad sexual y reproductiva de las mujeres; a pesar de los esfuerzos persistentes, las voces feministas no lo han logrado instalar con fuerza y de manera sostenida en los discursos públicos. Esto implica la dificultad de reconocer y posicionar la sexualidad y la reproducción como un espacio para el ejercicio de derechos humanos.

Es un momento de gran responsabilidad política del movimiento feminista chileno que nos exige reflexionar, debatir y llegar a acuerdos políticos que sustenten una acción que transforme las posibilidades coyunturales en un camino estratégico hacia la despenalización, y el reconocimiento de las libertades de las mujeres.

En primer lugar, el artículo ubica el derech
o al aborto en la politización feminista del cuerpo y la sexualidad, y luego revisa la experiencia regional. A continuación, se exponen y analizan los posicionamientos y estrategias de las feministas en Chile en torno al aborto en las últimas dos décadas, terminando con reflexiones y nuevas preguntas surgidas del proceso completo, que incluyen los debates generados en el marco de la elaboración de este documento.

FEMINISMO Y ABORTO

El aborto es una experiencia de las mujeres, es una práctica a la cual hemos recurrido, en todas las épocas y contextos, para interrumpir un embarazo no deseado o inoportuno. La legitimación de esta decisión de las mujeres -es decir, su amparo legal y el acceso a servicios de salud seguros y oportunos para ejercerla en las mejores condiciones- ha sido siempre resultado de la movilización y acción política de las feministas. Tal fue el caso de las europeas y norteamericanas en los años sesenta y setenta del siglo pasado, y lo ha sido posteriormente para las latinoamericanas y caribeñas.

La demanda por el aborto como un derecho de las mujeres se instala a través de la conjugación de lo personal en clave política por parte de las feministas radicales . La politización del cuerpo y la sexualidad hace públicos los mecanismos de poder que definen la maternidad como sino y sentido de las mujeres, como elemento identitario del ser mujer, la norma obligada de la heterosexualidad, y la violencia sexista como expresión del dominio y control masculino sobre el cuerpo de las mujeres. La reflexión feminista devela cómo en la construcción de sentidos del cuerpo y
de la sexualidad de las mujeres se ha fundamentado parte sustancial de su subordinación y exclusión.

El cuerpo no es sólo un hecho biológico; marca un lugar de ser y estar en el mundo, define aptitudes y características que, lejos de esenciales, son social y culturalmente construidas. El cuerpo, dice Rosi Braidotti (2004), “constituye el sitio de intersección de lo biológico, lo social y lo lingüístico, esto es, el lenguaje entendido como el sistema simbólico fundamental de una cultura”. La lucha feminista se ha dirigido a descargar los cuerpos de las mujeres de los significados que se les han impuesto por siglos; la naturalización y sacralización de la maternidad han sido argumentos poderosos para su relegación al mundo de la reproducción y del cuidado a los otros, y la renuncia a los propios proyectos de vida.

La agencia de las mujeres es múltiple en formas de resistencia al poder patriarcal y de transformación. La interrupción voluntaria de un embarazo es un acto de autonomía sobre el cuerpo, que proyecta nuevas formas de estar en el mundo sobre la base de la libertad para decidir sobre la propia vida. El posicionamiento político del feminismo aboga por el reconocimiento del aborto como una decisión personal de las mujeres, que la sociedad debe reconocer y legitimar como una opción, y frente a la cual el Estado está llamado a garantizar que se realice en forma digna y segura.

El control de nuestra capacidad reproductiva sigue siendo funcional a las necesidades societales en las que se entrelazan consideraciones sobre la preservación misma de la especie y de las culturas, intereses políticos y hegemónicos, discursos religiosos y morales, y fundamentos de modelos de desarrollo. El aborto ha sido permitido o penalizado en función de los intereses y necesidades de los centros de poder, estatales o de gobierno y religiosos. En uno u otro caso, ha prevalecido la autoridad masculina, su potestad sobre el cuerpo de las mujeres, a la que se han sumado razones de origen divino -la voluntad de dios-, o razones de Estado -la necesidad de la patria (Galeotti, 2004).

La teorización feminista sobre el cuerpo ha dado cuenta de
la diferencia sexual y de cómo esta se teje con otras, como la opción sexual, la etnia y la raza, la clase social y la edad, sólo para mencionar las más evidentes. La experiencia del cuerpo se produce en y desde tecnologías de poder y, por tanto, asumirla como universal arriesga reiterar el esencialismo biológico que está en la fundación de la subordinación de las mujeres. La reflexión, por tanto, debe hacerse en y desde la materialidad contextual del cuerpo (Shildrick & Price, 1999) en la cual se develan las formas concretas que adquiere la subordinación en la vida de las mujeres. Aún cuando el lenguaje de la dominación ha erigido el cuerpo heterosexual ligado a la reproducción –condición compartida por todas- los regímenes regulatorios que emanan desde la política, la demografía, la medicina, la educación, la religión y la ley dan lugar a realidades particulares en el universo de las mujeres. Así, la norma de la penalización del aborto se vive de manera distinta tomando en cuenta la edad, la opción sexual, la pertenencia cultural, las creencias religiosas, las condiciones socioeconómicas, dando lugar a diferentes y desiguales recursos para acceder a interrumpir un embarazo, la seguridad con que este procedimiento se realiza y las consecuencias (sanitarias, sociales y penales) que tengan que enfrentar las mujeres.

Bajo la consigna Aborto Libre y Seguro, las feministas europeas y estadounidenses en los años sesenta y setenta inscribieron el aborto en los debates y luchas por las libertades sexuales que se producían en la época. En palabras de mujeres de la Colectiva del Libro de la Salud de las Mujeres de Boston: “El rápido y creciente movimiento de mujeres llevó el tabú relativo al aborto, al público. Furia, dolor y miedo estallaron en las demostraciones y exposiciones, cuando las mujeres con años de clandestinidad se levantaron en frente a los extraños para hablar sobre sus abortos ilegales. Nosotras marchamos, nos manifestamos y cabildeamos por el derecho de la mujer al aborto. Los grupos de liberación civil y clérigos liberales nos apoyaron.”

En América Latina, las normas que tipifican el aborto como un delito aparecen en la primera mitad del siglo XIX. En Chile, el Código Penal de 1874 lo incluye bajo el título “De los crímenes y simples delitos contra el orden de las familias y contra la moralidad pública” (CLADEM, 1998), en sintonía con la influencia de la Iglesia Católica en las políticas de los nacientes Estados latinoamericanos. Los cuestionamientos a los modelos de sexualidad y reproducción impuestos a las mujeres aparecen en el continente a comienzos del siglo XX. Las voces provenían de las feministas anarquistas que exigían igualdad de los sexos, libertad de los cuerpos y autorregulación reproductiva (Bellucci, 1990), y de las socialistas que ponían el acento en la realidad de las mujeres proletarias y demandaban acceso a métodos
de control de la fecundidad y al aborto.

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